viernes, 27 de marzo de 2015

¿Hambre de pan? Viajamos a la provenza con estas "mini fougasse"


Bueno, hoy vengo con una entrada un poco exprés, ya que en exactamente dos minutos tengo que salir a trabajar y necesito como sea llegar a tiempo a este nuevo reto de Bake the World. Estaba bastante impaciente porque, como sabéis, el mes pasado no hubo ninguna entrada dedicada al pan, como suele ser habitual, pero esta vez Clara y Virginia de nuevo se han puesto manos a la obra para proponernos un nuevo reto este mes de marzo, en el que por supuesto tenía que participar.


Así que aquí estoy un mes más con la propuesta de turno, que en este caso me ha hecho viajar en dos direcciones distintas.


Me refiero a Francia, por un lado, de donde proviene esta maravillosa Fougasse, un pan cuyo origen se encuentra en la región de la Provenza y que podemos encontrar igualmente en el resto del país galo, con múltiples variaciones.


Y por otro lado, a Italia y en general todo el mediterráneo, de dónde he decidido coger la inspiración para combinar los sabores que he integrado en esta nueva receta. En este caso, el orégano, el parmesano, la albahaca y un toque de ajo han conseguido un pan muy pero que muy sabroso y que puede tomarse tanto sólo como acompañado de aceite, paté o un buen queso.


La fougasse, además, entronca con la tradición panadera tanto de Italia como de España, pues es una pieza muy similar a la focaccia y a nuestra hogaza tradicional. Como dato curioso, decir que este pan se solía preparar como una prueba para controlar la temperatura del horno, que se medía en función del tiempo que tardaba en cocerse la masa, y así después hacer otro tipo de panes. 


El caso es que en algún momento a alguien se le debió de ocurrir probarlo (es lo que tiene el pan, que a no ser que lo hayamos calcinado o estropeado por error -pecado mortal- siempre apetece tomar un trozo), y quedaría encantado con el resultado, si no no se seguiría haciendo, digo yo. 


A mí siempre me había llamado la atención por su característica forma, pero nunca me había atrevido a hacerlo en casa, porque tenía la idea en mi cabeza (no sé por qué), de que sería un pan muy duro, tipo crostini. Pero en absoluto, no tiene nada que ver. Aunque tenga una apariencia de pan plano, la corteza es de una dureza media y la miga es muy esponjosa, así que nos puede valer tanto para acompañar una comida como para tomarla como base de una buena tosta de jamón, aceite, o lo que se nos ocurra. O, por supuesto, para tomarla sola, porque de verdad que está muy rica.


En este último caso, yo recomiendo jugar con los sabores y probar a añadirle diferentes ingredientes o especias. Tenéis multitud de recetas en la web para inspiraros, desde algunas más sencillas con romero y aceite de oliva, u orégano como hice yo, hasta otras más complicadas (aunque con una pinta estupendísima) con salmón, anchoas, tomate, e incluso rellenas de verduras (esta la tengo que probar en un futuro próximo...). 


Ya veis que no es muy complicado variar los sabores. Yo he decidido traeros tanto la propuesta original como una más personal que he llamado fougasse mediterránea, por los sabores que os comenté al principio de la entrada, y que a mí me transportan automáticamente a la toscana italiana. 

Decir también que la receta básica la he sacado del libro Pan con webos fritos, de Susana Pérez y Jesús Cerezo (página 44, sección "Masa básica"), y no tengo queja alguna. Me encanta este libro, que me dejaron los Reyes Magos este año en mi casa, y ha sido una grata sorpresa en cuanto a las ideas que trae, sus recetas, explicaciones (clarísimas y sencillas), y fotografías (te entra hambre sólo de mirarlas). Yo os lo recomiendo al 100%, sobre todo si estáis empezando en esto del mundillo panarra y queréis aprender de cero. Su os ayudará con todo, como siempre hace en sus recetas que podéis consultar en la web Webos Fritos, que seguramente todos conoceréis ya. Si no, ¡¿a qué estáis esperando para visitarla?! Para mí, es una referencia obligada en la blogosfera culinaria. Sus recetas, os lo aseguro, nunca fallan. Y en este caso no ha sido menos. Gracias Su!


Sin más, os dejo con la receta. Veréis que es muy pero que muy sencilla y que requiere poco tiempo para prepararla. ¿Qué más se puede pedir?

Fougasse
Ingredientes para 4 mini fougasse
- 300 gr de harina
- 185 gr de agua a temperatura ambiente
- 6 gr de levadura fresca
- 6 gr de sal

Para las fougasse mediterráneas:
- 2 cucharaditas de orégano
- 1 cucharadita de albahaca
- 1/2 cucharadita de ajo en polvo
- 1 cucharadita de queso parmesano en polvo
- Unas gotas de aceite de oliva virgen extra

En un cuenco, echamos la harina y desmenuzamos encima la levadura fresca. Añadimos la sal y el agua, y mezclamos bien con ayuda de una rasqueta o bien con las manos. Yo recomiendo usar una rasqueta porque es una masa muy húmeda. Una vez se integren bien los ingredientes, volcamos la masa sobre una encimera enharinada y seguimos amasando hasta formar una bola. Podemos añadir algo de harina pero no más de una cucharada, si no después os quedará un pan demasiado duro. 

Si queremos hacer la masa de varios sabores, como yo he hecho, en este momento la dividiremos en las porciones que queramos. Yo dividí la masa a la mitad, y en uno de los pedazos añadí el orégano, la albahaca, el ajo, el parmesano y el aceite. Volvemos a amasar todo muy bien para que se integren bien todos los ingredientes de forma homogénea.

Estiramos la masa con ayuda de un rodillo formando un rectángulo con cada porción (no tiene por qué ser un rectángulo exacto, más o menos), y dejamos que repose durante una hora aproximadamente.

Pasado ese tiempo, precalentamos nuestro horno a 250º con calor arriba y abajo. Cogemos cada lámina de masa, y las dividimos en dos rectángulos, cortándolas en sentido transversal. Pasamos cada porción de masa a una bandeja con papel de hornear, dejando un espacio entre cada pieza, y realizamos en el interior un corte a lo largo, y varios cortes laterales tal y como veis en las imágenes. Los abrimos bien con los dedos ya que durante el horneado crecerán un poco y tenderán a cerrarse. Podemos añadir algún ingrediente más sobre los panes, como hice yo con una de las piezas a la que le añadí tomate cherry en tiras.

Metemos la bandeja en el horno, a media altura, y echamos un vaso con agua en la parte inferior del horno para que se cree vapor y así conseguir una corteza más crujiente. Bajamos la temperatura a 230º y horneamos de 12 a 15 minutos, hasta que las piezas se doren. Cuando estén listas, apagamos el horno y las dejamos enfriar sobre una rejilla.



Como podéis comprobar, es un pan muy sencillo, perfecto para los que os estéis iniciando en esto de las masas y encima no requiere demasiado tiempo de espera. Al fin y al cabo, sólo tiene un tiempo de leudado y un horneado corto. Así que si empezáis por la mañana, podréis tener a la hora de comer una buena pieza de pan recién hecho para degustar. ¿Puede haber algo mejor? Yo no lo creo :)

Además permite muchísimas variaciones. Yo he tirado por sabores mediterráneos porque me gustan mucho pero podríamos rellenarlo con ingredientes mucho más potentes: desde bacon, hasta atún, aceitunas, jamón, queso curado, etc. Os animo a que saquéis partido a vuestra imaginación y probéis distintas variedades. ¡Incluso he visto varias recetas en la que se puede hacer dulce! En este caso, no está de más añadir algo de mantequilla a la masa y un huevo, pero eso ya depende mucho de la receta que sigáis. 

Vamos, que lo disfrutéis porque realmente es un pan que merece la pena probar (a hacerlo y a comerlo, por supuesto, jeje).

Os dejo, ahora sí, que tengo mucho mucho trabajo y muy poco tiempo para hacerlo. Espero que paséis un fin de semana genial y por mi parte volveré muy pronto con una nueva receta y muchas, muchas cosas que contaros (os dejo con la intriga...). 

Un besiño enorme!

Información nutricional de la Fougasse
Calorías totales: 1100 kcal
Calorías por ración (4 raciones/mini fougasse): 275 kcal/fougasse


martes, 10 de marzo de 2015

Caldeirada de Bacalao (#teconozcobacalaoTS)


Aquí estamos, un mes más publicando para el Reto La Cocina Typical Spanish, al que le tenía muchas, pero que muchas ganas después de haberme sido imposible participar en el de febrero, cuyo elemento clave fue nada más y nada menos que la patata (podéis ver las recetas de mis compañeros en este enlace).


Esta vez, el ingrediente secreto me pareció maravilloso, por cercano, por rico y sobre todo porque es muy común en la tradición culinaria familiar. Se trata del bacalao, un pescado, para mi gusto, riquísimo, sano y encima muy de mi tierra, Galicia. Por eso no podía dejar escapar la ocasión para rendir tributo a la cocina gallega y traeros un plato típico de mi zona, con mucha pero que mucha tradición, que lleva presente en mi familia desde hace generaciones.


En los pueblos marineros de Galicia, hace décadas, además de la pesca de bajura, iban a Terranova y al Gran Sol a la captura del bacalao. Muchos pescadores marchaban durante meses a hacer la campaña (entre ellos mi abuelo), y al volver traían bacalao en salazón y maruca. Podréis deducir, por tanto, que se trataba de un elemento muy presente en la vida cotidiana de las familias de estos lugares, en cuyas casas se podía llegar a cocinar más de una vez por semana. Además, al traerlos en salazón, se conservaban durante todo el año.


La caldeirada es un tipo de cocido muy tradicional en la Galicia costera, así como en Portugal, que básicamente consiste en cocinar el pescado (ya sea bacalao, como en este caso, o bien merluza, verdel, o raya, entre otros) en una olla con abundante agua y una guarnición a base de patata, fundamentalmente. Recibe ese nombre porque antiguamente se cocía en un caldeiro (caldero), que solían ser de un tamaño considerable para abastecer a toda la familia.

Aunque se trata de un plato en esencia bastante humilde, también está presente en las mesas gallegas en fechas tan importantes como la Navidad, donde no suele faltar en las cenas como plato principal. 


Esta receta que os traigo es la que suele hacer mi abuela, que a su vez lo aprendió de su madre, y que por lo tanto lleva presente en mi familia varias generaciones. A nosotros nos encanta, y he preferido no variarla en absoluto para que podáis disfrutar de su sabor original. Aunque he de decir que admite modificaciones, como añadirle guisantes, por ejemplo, algo que ya hemos hecho más de una vez; y he de decir también que el hecho de que lleve batata o boniato es un “añadido” que hizo mi abuela hace no muchos años, cuando se empezó a introducir este tubérculo en nuestra zona (antiguamente, no lo había, así que simplemente se le echaba la patata, la coliflor y la cebolla).

Es muy típico también acompañar la caldeirada de bacalao con allada, una especie de salsa hecha a base de aceite de oliva, ajo y pimentón dulce. Está muy buena, pero como nosotros no la hacemos siempre, preferí quedarme con lo básico, y prescindir de ella. Aun así, si os apetece atreveros, su elaboración es bien sencilla, basta con freír el ajo en abundante aceite, y cuando se haya dorado bien, apagamos el fuego y añadimos el pimentón, que con el calor se irá tostando y desprenderá todo su aroma. 


Sin más, os dejo con la receta. Probadla y luego me contáis.

Caldeirada de bacalao
Ingredientes para 4 personas:
- 6 trozos de bacalao fresco limpio (opcionalmente se puede utilizar bacalao desalado)
- 4 patatas medianas
- 2 batatas medianas
- 1 coliflor grande
- 1 cebolla mediana
- 4 huevos
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal

En primer lugar, pelamos las patatas y las batatas, y las cortamos en rodajas gruesas. Echamos la patata en una olla grande, y la llenamos de agua hasta que quede sumergida. Añadimos también la cebolla entera. Ponemos la olla al fuego, a máxima potencia, y llevamos a ebullición. Cuando empiece a hervir, añadimos una pizca de sal; la cantidad de sal variará en función de si el bacalao es fresco o desalado. En este último caso, conviene quedarse corto antes que pasarse.

En un cazo aparte, cocemos los huevos en abundante agua hirviendo. Cuando estén listos, les quitamos la cáscara y los reservamos.

A media cocción, añadimos la batata en rodajas y la coliflor (previamente lavada y cortada en porciones grandes). En cuanto la coliflor comience a estar tierna, bajamos un poco el fuego (yo lo bajé del 9 al 7), y añadimos el pescado, que dejaremos cocer durante unos 5 minutos. 

Apagamos el fuego, y escurrimos el contenido de la olla. Servimos junto con el huevo cocido, y añadimos aceite de oliva virgen extra al gusto.


Es un plato sencillo, pero rico y muy sano. Encima acompaña muy bien a estos últimos días de invierno, que aunque el sol empieza ya a ganar presencia, las temperaturas siguen siendo bastante frías. Os prometo que con esta caldeirada entraréis en calor al momento, y os sentará de lujo, lo dijo de verdad. Si la probáis en vuestras casas, no dudéis en mandarme fotos con el resultado o dejadme vuestras impresiones en los comentarios, me encantará responderos y aclarar cualquier duda al respecto :)

Nos vemos pronto, ¡estoy ansiosa por ver lo que han cocinado mis compañeras del reto! Si vosotros también queréis descubrirlo, podéis hacerlo pinchando aquí.

Un biquiño! 

Información nutricional de la Caldeirada de bacalao
Calorías totales: 2234 kcal
Calorías por ración (4 raciones): 558,5 kcal/ración

jueves, 5 de marzo de 2015

¡Viajamos a Perú! Tabulé de quinoa


Vale, no, siento lo confuso del título, pero si os lo estabais preguntando, no me ha dado por cogerme ningún avión a Sudamérica (más quisiera yo...). Me refería a un viaje culinario, sí, un viaje de sabores gracias al nuevo reto de este mes de Cooking the Chef, que han organizado Aisha y April llevándonos a un país precioso como es Perú.


No es la primera vez que participo en este reto, pero hasta ahora me había sido imposible hacer mención a él en el blog. Así que hoy voy a aprovechar un poquito para contaros de qué va. Cooking the Chef busca rendir homenaje a cocineros y cocineras de todo el mundo, a través de la reproducción de sus platos y de la inspiración que nos suscita su trabajo.



Y este mes, el homenajeado es ni más ni menos que...


...¡Gastón Acurio!

Para los que no lo conozcáis como, he de reconocer, era mi caso hasta que me llegó el reto, os diré que se trata de uno de los más importantes cocineros de Latinoamérica, y quizás el más representativo de su tierra natal, Perú. Cuenta con más de 30 restaurantes a lo largo y ancho de todo el mundo, en los que refleja los sabores más tradicionales de su país, pero con una presentación moderna y muy cuidada.

Personalmente, nunca me había acercado a la cocina peruana, no tenía ni idea de cuáles eran sus ingredientes estrellas o sus platos más tradicionales. Dejando de lado el clásico ceviche, que se ha popularizado bastante hoy en día casi hasta el punto de perder su esencia inicial, estaba completamente en blanco en cuanto a este tipo de gastronomía. Por eso mi alegría al ver la propuesta de este mes fue doble: sabía que iba a aprender muchísimo con este nuevo reto, en el que me embarqué de inmediato.



El problema, que no es difícil de detectar, estaba por supuesto en los ingredientes de las recetas. Quizás para los que viváis en Madrid o Barcelona no sea tan complicado encontrar ciertos ingredientes que, bien gracias a las tiendas especializadas como a las grandes superficies, son algo más accesibles al público; pero para los que como yo vivimos en pueblos pequeños, la cosa cambia. Y, muy a mi pesar, tuve que contar desde un principio con esta limitación, que influyó mucho a la hora de escoger la receta que elaboraría.


Finalmente, me decanté por este tabulé de quinoa, un plato que muchos de vosotros habréis visto en múltiples cocinas de todo el mundo (sobre todo en la tradición árabe), pero que a lo mejor no sabíais que está muy presente en la gastronomía peruana tradicional.



Tabbouleh, quinua, tabulé… distintas formas de llamar a un plato muy vistoso y lleno de sabor, que me ha sorprendido muy gratamente por lo sencillo de su elaboración y lo sano y nutritivo que es. La quinoa (o quinua) es un pseudocereal que aquí en España todavía no es demasiado popular, y cuando lo compramos en tiendas especializadas o grandes superficies, su precio suele ser elevado; sin embargo, en Perú se utiliza muchísimo, desde hace más de 5000 años. Por su bajo contenido en grasas es muy adecuada si estáis a dieta, ya que además es muy rica en fibra, proteínas, minerales y vitaminas. Os recomiendo que la probéis, porque en la cocina es súper versátil (podemos hacer con ella desde ensaladas, hasta hamburguesas, guarniciones o incluso desayunos tipo gachas), y muy pero que muy sana.


Pero entrando ya a comentar la receta, he de deciros que está saca del libro “Gastón Acurio en tu cocina”, concretamente del volumen 3, “Maíz, arroz y otros cereales” (pp. 20-21). Los cambios que he hecho, al margen de ajustar las cantidades, se resumen básicamente en dos aspectos: suprimir el huacatay (una planta aromática difícil de encontrar aquí) y substituir el ají (sí, lo sé, quizás el ingrediente más característico de la cocina peruana, ¡pero es que no fui capaz de encontrarlo!) por pimiento normal y por distintos tipo de tomates cherry.


Esta es mi propuesta, pero para aquellos que prefiráis optar por la receta original, os propongo dos alternativas: una es que busquéis los ingredientes originales, si os resulta posible, y hagáis la receta de Gastón tal cual (podéis acceder al libro de forma gratuita en ISSUU); y la otra es que probéis el plato directamente de su cocina. Sí, habéis oído bien, es posible degustar la cocina de Gastón, concretamente en Madrid y Barcelona, donde podemos encontrar uno de sus restaurantes, Tanta. En su carta veréis que mezcla el concepto de cocina tradicional peruana, con platos tan típicos como el ceviche o la causa limeña, pero con un espacio reservado para la cocina fusión, con guiños a la comida asiática, española, o incluso africana. Si no me creéis, consultad su carta, os sorprenderá.


Sin más, os dejo con la receta.

Tabulé de quinoa
Ingredientes para 4 personas:
- 100 gr de quinoa
- ½ pimiento amarillo o rojo
- 1 tomate
- 12 tomates cherry variados (amarillo, pera, kumato y amarillo pera)
- 1 cebolla morada
- 1 pepino
- 12 ramitas de cilantro
- 15 hojas de hierbabuena
- 12 ramitas de perejil
- 2 limas
- Pimienta blanca
- Sal
- Aceite de oliva

En primer lugar, lavaremos bien la quinoa bajo un chorro de agua fría. La añadimos a un cazo con más agua, y lo calentaremos hasta llevarlo a ebullición. Lo dejaremos hervir unos 3 minutos. Pasado este tiempo, bajamos la temperatura a fuego medio-bajo, y la cocinamos tapada unos 10 minutos más. Apagamos el fuego, colamos bien la quinoa, y la dejamos enfriar a temperatura ambiente.

Picamos el resto de ingredientes, en porciones pequeñas y más o menos iguales. Exprimimos las limas y vertemos el zumo en un cuenco, al que añadiremos los tomates, la cebolla y el pepino previamente picados. Echamos también las hierbas aromáticas, picadas muy finas, y removemos todo bien. En este punto podemos añadir aceite al gusto, aproximadamente una o dos cucharadas. Yo apenas añadí, porque me parecía que los sabores casaban bien sin echar demasiado. Dejamos macerar esta mezcla durante 10-15 minutos.

Transcurrido este tiempo, añadimos la quinoa y removemos todo muy bien. Refrigeraremos el tabulé entre media hora y una hora, dependiendo del tiempo de que dispongamos. Yo lo tuve en la nevera 40 minutos, y fue suficiente.

Rectificamos de sal, y añadimos la pimienta blanca molida. Servimos bien fría.


Es un plato que puede servir tanto de entrante, a modo de ensalada ligera, como de guarnición, dependiendo de la cantidad que hagamos. Yo lo serví como primer plato y funcionó muy bien, ya que tiene un sabor muy potente y además sacia bastante.


Puestos a hacer correcciones o cambios, para la próxima vez añadiría menos cebolla, y quizás probaría a disminuir la cantidad de zumo de lima, porque para mi gusto (he de decir que estoy muy poco acostumbrada a comidas o sabores con tanta potencia) resultaba demasiado fuerte.

Como siempre, os animo a cocinarlo y degustarlo, y a que después me contéis cómo os ha salido y qué os ha parecido. Igualmente, no os perdáis las recetas de mis compañeros de reto, ¡estoy segura de que no os defraudarán!


Nos vemos pronto, con nuevos sabores y nuevas noticias.

Un besiño!

Información nutricional del Tabulé de quinoa
Calorías totales: 620 kcal
Calorías por ración (4 raciones): 155 kcal/ración